Sueño nº1


Era como construir una cotidianidad paralela entre cuatro paredes, blancas creo recordar, pues las fotografías, los dibujos, el olor a tabaco y a familia habían hecho olvidar su color.
Sentados juntos, pero en mundos diferentes, el arte y la inspiración se dejaban llevar por sus manos contra el papel. Siempre observando, la música les acompañaba, esta vez transformada en un tal Bixler-Zavala.
En una esquina descansaba la pureza, con sus ojos clavados en el arte.
Entonces, la realidad socialmente absurda se abre paso a gritos, obligándolos a abandonar pinceles, baquetas y cervezas, y tomar las armas como nuevo valor en alza.
El arte suspiró resignado, pero usando su oposición no violenta, continuó dejándose ir entre lienzos.
La pureza rompió a llorar. Sabía que la realidad observaba de cerca, pero nunca esperó que diera tal golpe.
La música estalló en cólera, en sus notas no encajaba semejante silencio desolador. Y aún toleró menos que la inspiración saliera por la puerta sin más protección que su capacidad para engendrar recuerdos.
Fue la última vez que estuvieron juntos, los cuatro.
Cuando la realidad volvió a parecer un lugar seguro, la inspiración hizo acto de presencia, siempre maniatada a su caja de recuerdos. Dolorida por el fogonazo y esperanzada por seguir respirando, buscó a la candidez. Necesitaba encontrar esperanza en el presente-futuro de su familia.
"El arte y la pureza siguen igual de unidos", dijo, "la música no fue capaz de soportar el vacío y se ahogo en silencio..."
La inspiración se desvaneció en un grito, dejando abandonada su caja de recuerdos. Desde entonces, música e inspiración no son nada la una sin la otra, demostrando así que en el juego de la vida, la melodía ha sido destronada por el estruendo.

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