El Hombre de los Ojos Bonitos.


Cuando éramos niños, había una casa extraña. Siempre tenía las persianas echadas y nunca oíamos voces dentro.
El jardín estaba lleno de bambú. Nos gustaba jugar en el bambú. Jugábamos a ser Tarzán, aunque no había ninguna Jane.
Y había un estanque muy grande con los peces de colores más enormes que haya visto. Y estaban domesticados. Venían a la superficie del agua y comían trozos de pan de nuestra mano.
Nuestros padres nos habían dicho "Jamás os acerquéis a esa casa". Así que, claro está, íbamos. Y nos preguntábamos si alguien vivía allí.
Pasaron semanas sin que viéramos a nadie. Y un día oímos una voz desde la casa "¡maldita puta!". Era la voz de un hombre.
Entonces se abrió la puerta mosquitera de la casa y el hombre salió. Llevaba en la mano una botella de bourbon. Tenía unos treinta años. Llevaba un puro en su boca. Iba sin afeitar. Su pelo estaba revuelto y despeinado e iba descalzo, en camiseta y calzoncillos. Pero le brillaban los ojos, llameaban de luminosidad, y dijo "Hola caballeretes, os lo estáis pasando bien, espero." Luego soltó una risita y volvió a entrar en la casa.
Nos fuimos, volvimos al jardín de mis padres y pensamos en ello. Decidimos que nuestros padres no querían que fuésemos allí porque no querían que viésemos jamás un hombre así. Un hombre fuerte y natural, con ojos hermosos. A nuestros padres les daba vergüenza no ser como ese hombre, por eso no querían que nos acercásemos.
Pero volvímos a la casa, con el bambú y los peces domesticados. Fuimos muchas veces durante muchas semanas pero nunca volvimos a ver u oir al hombre. Las persianas estaban echadas, como siempre y todo estaba en silencio.
Entonces, un día al volver del colegio, vimos la casa.
Había ardido. No quedaba nada, sólo los cimientos humeantes, negros y retorcidos. Nos acercamos al estanque y no quedaba agua en el, y lo grandes peces naranjas estaban allí muertos, secándose.
Volvimos al jardín de mis padres y hablamos de ello. Y decidimos que nuestros padres habían quemado la casa. Los habían matado. Habían matado los peces porque eran demasiado hermosos. Hasta el bosque de bambú había ardido. Habían tenido miedo del hombre de los ojos hermosos.
Y entonces tuvimos miedo de que durante nuestra vida sucedieran cosas así. De que nadie quisiera que otra persona fuese fuerte y hermosa de esa forma, de que los demás no lo permitirían, y de que muchas personas tendrían que morir.



Charles Bukowski.

Comentarios

Fabián Buelvas ha dicho que…
¡Por fin!
Hasta que lo conseguí en español
¿esa es la versión completa de la historia?

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