Diálogos De Una Mente Enferma. VI


Tras recorrerle con la mirada, esbozó una sonrisa que le resultó terriblemente inquietante. Siguió clavando sus ojos en él desde el otro lado de El Camino. Él sintió la necesidad de desaparecer....una vez más.
Entonces ella se levantó, encendió un cigarrillo y empezó a caminar en su dirección:

- ¿Desde cuándo...? :- Dijo refiriéndose a su nuevo mal hábito.

Se encogió de hombros:

- Ya no es asunto tuyo.
- ¿Cómo puedes decirme eso...?

Las palabras de ella comenzaron a escupir odio:

- ¿Que cómo puedo decirte eso...?¿Cómo fuiste capaz de abandonarme cuando más te necesitaba? ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?

Lágrimas heladas comenzaban a caer por sus mejillas, pero sus facciones eran igual de indiferentes:

-Egoísta...

Levantó la cabeza y la vio justo frente a él, a escasos veinte centímetros de su cara. Nunca olvidó la crudeza de su mirada:

- Qué te has hecho...
- Qué me habéis hecho.
- ...
- Antepusiste tu bienestar, tu futuro, al nuestro. Miraste por ti y pasaste por encima de todos, incluso de mí, por conseguir un innecesario cambio en tu vida que lo único que ha conseguido ha sido destrozarte y degenerarte por completo. ¿Quien eres tú para volver ahora y joderme de nuevo? No te mereces ni que te mire a los ojos.
- Para por favor...
- No hay piedad para quien no la tuvo. ¿Sabes lo doloroso que fue verte marchar para compartir y disfrutar tu futuro con otra persona que no era yo? ¿Tienes la más remota idea de cómo me sentí al despertar y ver que no estabas, que no había nadie?
- ...
- Decepcionante, doloroso y decepcionante. Jamás lo esperé de ti. Después de tantos golpes, después de luchar juntos contra todo...Dios...

Entonces, él cayó de rodillas al suelo, llorando arrepentimiento:

- Lo siento...
- Demasiado tarde ya...
Le cogió de la mano. Esa mano que tantas veces le ayudó a levantarse en el pasado, ahora estaba helada:

- Lo sé, me equivoqué, no lo hice bien. Pero por favor, no te vayas...

Entonces ella se puso de rodillas también:

- Cómo hemos llegado a esto...
- ...
- ...
- Te echo de menos...
- Y yo a ti...
- Te quiero...
- Y yo a ti...
- ¿Entonces...?
- No.
Y lloró como un niño en su regazo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un poema casi inventado

La Posada