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Mostrando entradas de septiembre, 2009

El Secreto

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Y mientras volvía a acercarle la jarra al camarero para que la llenase por una nueva última vez, siguió mascullando: - Hace años, cuando empezaba en esto, descubrí a una indigente en un parque. Una mujer con unos ojos preciosos que me dejaba fotografiarla a cambio de un par de monedas, a veces a cambio de simple compañía. Todos los días se sentaba en la misma esquina y lloraba. Un llanto resignado a esperar que algún día, como por arte de magia, su vida volviese y la rescatase. He tardado demasiado tiempo en entender que aquella mujer, era yo. Imagen

Usted tampoco es uno más

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No es preciosa la creación de los planetas? No son preciosas las vistas? No más que tú. No estar contigo. F.N.T.

Cuando Llegue

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Cuando llegue, cuando el tiempo envejezca de tal manera que nos manche de azul. Cuando llegue, cuando el aire nos susurre maldades junto a la ventana. Cuando llegue, cuando las manos duelan de sudar frio por tu culpa. Cuando llegue, cuando de verdad llegue, confia en ti. No habrá nadie más. Imagen
Ya nada me distingue del mundo.

Se acabó (Antipoesía)

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Lo único que quiero recordar de este verano, es la mirada cómplice de una gatita que encontró tu trono en mis rodillas. Sólo aquel instante fugaz de total espontaneidad desierto de cualquier premeditación. El verano no será otra cosa, este verano, quiero decir. Y si alguien me habla de cualquier otra cosa que me sobre, que no sea esa gatita, que no sea tu presencia al otro lado del sofá, cualquiera de esas tonterías que componen los días y las noches, sencillamente diré: - No me acuerdo.

El Libro de las Preguntas.

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El libro de las preguntas es el libro de la memoria. A los obsesivos interrogantes sobre la vida, la palabra, la libertad, la elección, la muerte, responden rabinos imaginarios cuya voz es la mía. Las respuestas que da esta obra, dos amantes perdidos vendrán a leerlas; por mi parte, he intentado, al margen de la tradición y a través de los vocablos, recobrar los caminos de mis fuentes. Para existir se necesita primero ser nombrado; pero para entrar en el universo de la escritura, es necesario asumir, con el propio nombre, la suerte de cada sonido, de cada signo que lo perpetúan. De un idilio simple y trágico surge un canto de amor que es, a pesar de todo, canto de esperanza. Este canto ambiciona hacernos asistir al nacimiento de la palabra y, en dimensión más que real, a un ensanche del umbral del sufrimiento que ilustra una colectividad perseguida, cuyo lamento es retomado, era tras era, por sus mártires. Edmond Jabès. Imagen

Eloise to Abelard

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In these deep solitudes and awful cells, Where heav'nly-pensive contemplation dwells, And ever-musing melancholy reigns; What means this tumult in a vestal's veins? Why rove my thoughts beyond this last retreat? Why feels my heart its long-forgotten heat? Yet, yet I love! — From Abelard it came, And Eloisa yet must kiss the name. Dear fatal name! rest ever unreveal'd, Nor pass these lips in holy silence seal'd. Hide it, my heart, within that close disguise, Where mix'd with God's, his lov'd idea lies: O write it not, my hand — the name appears Already written — wash it out, my tears! In vain lost Eloisa weeps and prays, Her heart still dictates, and her hand obeys. Relentless walls! whose darksome round contains Repentant sighs, and voluntary pains: Ye rugged rocks! which holy knees have worn; Ye grots and caverns shagg'd with horrid thorn! Shrines! where their vigils pale-ey'd virgins keep, And pitying saints, whose statues learn to weep! Though col