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Mostrando entradas de octubre, 2008

Así, no (Antipoesía)

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No se trata de hablar, ni tampoco de callar. Se trata de abrir algo, encontrar una salida, entre la palabra y el silencio. Quizá cuando transcurra todo, quede esa salida al descubierto, como una esperanza sin llanto. Y tal vez, sólo tal vez, constituya un toque de atención para este silencio ilimitado donde poco a poco nos hundimos.

Hasta Mañana (Antipoesía)

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Me vais a perdonar, pero es ya la hora de esconderme en el alma. Una día como éste tiene demasiada luz. ¿Cuánta palabra hubo? ¿Cuánto agobió la incertidumbre? El camino quedó como camino. Tierra, piedra y barro. Y tú, amor que pierdo un poco cada día, ¿volverás después de esta mañana? ¡Cómo duelen las cosas cotidianas! Hasta mañana. Mi pecho no os resiste. Vuestra melodía me hace daño, ¡y hay tanto que esperar en el silencio! Mañana, aunque no quiera Dios, será otro día.

Otra cosa

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Dicen que finjo o miento sobre lo que escribo. No existe tal cosa. Simplemente, siento imaginando. No uso las cuerdas del corazón, roídas por el tiempo, se romperían. Por imaginar que siento todo cuanto sueño o pierdo, lo que cae o muere en mí, es como otros ojos que miran hacia otra cosa más. Esa cosa me arrastra. Y así escribo en medio de la vida, el aire, nosotros. Libre de mi propia confusión, preocupada por no preocuparme. ¿Sentir? Ojalá supiera lo que eso significa.

Nunca necesité ayuda de los peces

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Nunca necesité ayuda de los peces para buscar corrientes frías. Esto debe ser el peso del mundo lo que aplasta mi cordura y destroza mis huesos. Nunca necesité ayuda de los peces para aprender a respirar sin aire ¿por qué ahora iba a ser diferente? El tiempo sigue descontando y la vida me recuerda lo mismo de siempre. Nunca necesité ayuda de los peces porque nunca pedí ser pez. El agujero, igual de vacío. No habrá patrón, ni motivo para crearlo. Ni corrientes cálidas, ni burbujas de fe. Nunca necesité ayuda de los peces...

Una Sola Puerta

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Una sola puerta de tres, abierta. Una sola puerta. Enfrente, la montaña. Pasa la nube inmensa toda suya, todo suyo. Huracanes de vientos, lluvia andante semiparalela y en todo el monte funerales alegres naturales de hojas muertas. Los cabellos terráqueos danzan todos iguales al son de trompetas invisibles que vienen de los mares. Llegó el otoño, llegó la muerte mas no para todos. Hoy morirán hojas y animales, mas no morirán para siempre. Son ciclos de estaciones naturales y en su transformación de mañana darán más calor, a la tierra de su muerte, pasado mañana, brotes de esperanza. Y yo no me he muerto. Me alegro de la lluvia y me alegro del viento. Si tengo frío me caliento. Si tengo miedo, que no lo tengo, susurro y pienso. Y para mañana ya me he comido mi pequeña razón de esperanza. Una sola puerta de tres, abierta. Una sola puerta, inmensa. Manolo Chinato.

Dia Perfecto

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- Hace un día precioso. Brilla el Sol en lo alto, me siento bien, y nadie podrá estropearlo. Porque hoy brilla el Sol en lo alto, y nadie podrá estropearlo, porque me siento bien. Se que a veces me sentí triste, muy triste, tan triste que...bueno. Pero nadie va a estropearlo, porque me siento bien, y brilla el Sol en lo alto. Palabras de un desesperanzado frente al espejo. Tan desesperanzado que ni siquiera pudo intentarlo.

Flor de Loto

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Nunca quise tanto a nadie en mi vida nunca a un ser extraño le llamé mi familia nunca tuve fe en mi filosofía nunca tuve yo ni gurú ni guía nunca desprecié una causa perdida nunca negaré que son mis favoritas nunca una llama permanece encendida nunca aguanté su calor nunca más de un día nunca soporté ser un alma invadida hasta que vi frente a mí por quién yo moriría Héroes del Silencio.

El Muro

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Día tras día levanté, sin descanso, este muro a mi alrededor; y a medida que sube al cielo, se me esconde la vida en la sombra oscura. Este hermoso muro es mi orgullo, y lo adorno con cal y arena, no vaya a quedar el más leve resquicio. Y con tanto y tanto cuidado, pierdo de vista el porqué empecé a levantarlo.

Demasiado.

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Buscaba una luz y encontré el Sol. Buscaba una fuente y encontré el mar. Buscaba un oído y encontré un alma: estoy decepcionada.

Fin (Antipoesía)

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¿Fue todo realidad? ¿Es hora de cerrar el libro? Es mejor dormir eternamente y no ver sueño alguno. Otra vez la calle. Otra vez la cortina echada. Otra vez todas las noches, el paseo, la Luna, los lamentos, ahora, y en adelante. Las hojas en octubre ven en sueños silencios y sombras. De pronto despierta la realidad ante el canto de un perro. Y aparece un gigante, y otro. Unos pasos. "Aquí hay otra". Hasta el suelo torturaba contigo. Otoño. Cuando llueve, cada gota quiere huir al mar.

¿Y?

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- ¿Y si no puedo sentirlo? - Entonces no puedes sentir.

Culminación del dolor.

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Oigo incluso cómo ríen las montañas, arriba y abajo de sus azules laderas. Y abajo en el agua los peces lloran, y toda el agua son sus lágrimas. Oigo el agua las noches que consumo bebiendo y la tristeza se hace tan grande que la oigo en mi reloj. Se vuelve pomos en la cómoda, se vuelve papel sobre el suelo, se vuelve calzador, ticket de lavandería, se vuelve humo de cigarrillo escalando un templo de oscuras enredaderas... Poco importa. Poco amor, o poca vida. No es tan malo. Lo que cuenta es observar las paredes. Yo nací para eso, nací para robar rosas de las avenidas de la muerte. Charles Bukowski.

Quimera

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Quiero encontrarme contigo, quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir. Simplemente dormir. Y nada más. Quizá hundir la cabeza en tu hombro y abandonar mi mano sobre tu mano, y nada más. Quizá aún en el sueño más profundo, saber que eres tú. Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.

Sleep

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Mientras respiremos de este aire iluminado por la Luna, la noche volverá a pasar por nuestro lado. Y casi parecerá que el mundo ha desaparecido, pero yo... ...estoy aquí, contigo.

peelS

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Mientras respiremos de este aire iluminado por la Luna, la noche volverá a pasar por nuestro lado. Y casi parecerá que el mundo ha desaparecido, pero yo... ...me he dormido en el camino.

Ya no llueve (Antipoesía)

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Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad. Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco. Que no se enfade la felicidad por haberla olvidado. Que me olviden los muertos que se han olvidado de mi. Que me disculpe el tiempo por todo el tiempo que ha pasado. Que me disculpe mi antiguo amor por considerar al nuevo el primero. Perdonadme, malos pensamientos, por no seguiros a rajatabla. Perdonadme, heridas abiertas, por seguir hurgando. Que me disculpen los que me llaman desde lejos, y no parezco oír. Que me disculpen mis compañeros por los bostezos a las ocho de la mañana. Perdóname, esperanza perdida, por extrañarte a veces. Perdonadme, mares y mareas, por no saber ahogarme. Y tú, mi vida, hace tiempo el mismo, en esta misma vida, sereno, mirando fijamente el mismo punto siempre, perdóname, nunca pude seguirte. Que me perdonen los árboles por mi mesa de madera. Que me perdonen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas. Verdad, no me prestes demasiada at

Oh sí.

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Hay cosas peores que estar solo. Pero a veces hacen falta décadas para darse cuenta de ello. Y muchas otras veces, cuando esto ocurre, es demasiado tarde. Y no hay nada peor que un demasiado tarde. Charles Bukowski.

Oda al amor secreto (Antipoesía)

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Tú sabes que no adivinan el misterio. Me ven, nos ven, y nada se ha dicho. Ni tus ojos, ni tu voz, ni tu pelo, ni tu amor han hablado. Y lo saben de pronto, sin saberlo, lo saben. Me encojo de hombros y camino hacia otro lado, y saben que me esperas. Alegre, viva y canto. Y sueño, segura de mí misma. Y sé, de algún modo, que tú eres mi alegría y que te alegro la vida. Ven a través de mis pequeños ojos las llaves de tu sonrisa, las llaves del papel, de la luna en el rocío, el canto en la cascada. Tú, sin abrir la boca, despistado. Tú, cerrando los ojos, convencido. Tú, custodiando entre la hojarasca seca un lazo azul. El vuelo de un escondido corazón. Y entonces una sílaba, una gota del cielo, un sonido suave de sombra y polen en la oreja, y todos lo saben, amor mío. Circula entre los hombres en las calles, junto a las nubes arriba en el cielo, y vuela con las aves que nos envidian. Déjalo que se vaya volando por los cielos plácidos. Que asuste a la lluvia a los muros, que vaya y vuelva

Carta

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Estás lejos y al sur, allí son poco más de las nueve. Recostado en tu sofá, mal sentado en esa silla de tu cuarto, tirado en una cama, la tuya o la de alguien. Estoy pensando en ti ya hace una hora, tal vez media, no lo sé. Cuando la luz se acabe y sean aquí las nueve estiraré la colcha, me cambiaré de camiseta, y me recogeré el pelo, o no. Iré a beber, eso esta claro. Pero en algún momento volveré a este cuarto, me tiraré en la cama y entonces tu recuerdo... qué digo, mi deseo de verte, que me mires tu presencia que me falta en la vida, se pondrán como ahora el Sol se pone en la tarde, que ya es la noche, a ser la sola única cosa que me importa en el mundo.

Llamada Vida (Antipoesía)

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Mantenerse al margen, llegar tarde, cantar a pulmón. Menoscabarse en vano, anular voluntades, evitar cataclismos. Acompañar la soledad, no negarse a la ausencia, remansarse en la nada. Ir de lo ceñido a lo amplio, desde lo opaco hasta la luz, de los celos al amor libre. Ofrecerse al calor del día, sin morir una hora tras otra, y volver a comenzar cada noche. Volar de lo distinto a lo idéntico, admirar miradores y sótanos, infligirse, penarse, consentirse. Estar en busca de tu alma parecida preparar un milagro entre la sombra y llamar vida a lo que sabe a muerte.

Amor Eterno

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Da miedo, a veces, encontrarse con que el camino cae en picado y que hay que bajar agarrándose con las uñas de las rocas. Cuando esto pasa, no se puede sino aconsejar que a cien metros del suelo se suelten las manos. La caída es impresionante: el cuerpo se ha hecho eterno; lo atraviesan alisios, hojas de eucalipto y menta, el viento del sur; riachuelos, algas, espuma del mar, hilos de lluvia, alguno de tus besos, copos de nieve... Estos últimos, al fin, se solidifican en la realidad al caer, para luego estallar con violencia sobre tus sueños, que aparecían sonrientes tras la trayectoria vertiginosas de tus cabellos al caer. Luego nos sorprendería el golpe. O no. Pero ese es otro tema.

Olvidado

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¿Cuándo vi por última vez los redondos ojos azules y los cálidos y largos brazos del amor, la ilusión y la vida? Las brujas hurañas como yo, admirables, nobilísimas, con sus escobas y sus lágrimas, sus coléricas lágrimas, se fueron. Se acabaron los sacros lamentos de las nubes, sólo me queda un amargado don. La heroica madre Luna se perdió en el destierro, y con sólo veintiún años he de sufrir la timidez del Sol.

Confieso que he vivido.

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Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así precisamente es la vida. La intermitencia del sueño nos permite sostener los días de trabajo. Muchos de mis recuerdos se han desdibujado al evocarlos, han devenido en polvo como cristal irremediablemente herido. Las memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez menos, pero fotografió mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Éste nos entrega una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época. Tal vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros. De cuanto he dejado escrito en estas páginas se desprenderán siempre -como en las arboledas de otroño y como en el tiempo de las viñas- las hojas amarillas que van a morir y las uvas que revivirán en el vino sagrado. Mi vida es una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta. Pablo Neruda.

Mentira

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No. Nunca. Jamás. No seré feliz con nadie ni conmigo. No te quiero, nunca lo he hecho y jamás volveré a hacerlo.

"De este largo viaje hacia la lluvia"

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Dame la mano, amor, que no podemos descansar todavía. Tendrás que recorrer conmigo el tiempo; mira cuánta distancia hasta la nieve, cuántos copos de tierra para olvidar los ojos del pasado y encontrar el mañana con un beso en la boca. Ya sé que estás herido; que te fatiga atravesar la noche y tienes miedo de que, al final, nos aguarde tan sólo la tristeza. Ya sé que te rendiste muchas veces al sol que deshidrata todos los corazones; pero yo te he salvado trayendo un fresco arroyo hasta tus venas. Si no puedes con todo te llevaré en los brazos. Has visto que soy fuerte y que puedo arrasar todo el abismo. Mataré los jaguares si se atreven a acercarse a nosotros. Antes de que emprendiéramos el viaje cogí todas las armas que tú me regalaste y me mentalicé para la lucha. Puedo con el desdén de las anémonas, con la desilusión de todos los reptiles, con la envidia mortal del aguacero. Apóyate en mi hombro. A mí nada me agota, ni siquiera la lluvia. María Luisa Mora Alameda.