Culminación del dolor.


Oigo incluso
cómo ríen las montañas,
arriba y abajo de sus azules laderas.
Y abajo en el agua
los peces lloran,
y toda el agua
son sus lágrimas.
Oigo el agua
las noches que consumo bebiendo
y la tristeza se hace tan grande
que la oigo en mi reloj.
Se vuelve pomos en la cómoda,
se vuelve papel sobre el suelo,
se vuelve calzador,
ticket de lavandería,
se vuelve
humo de cigarrillo
escalando un templo de oscuras enredaderas...

Poco importa.

Poco amor,
o poca vida.
No es tan malo.

Lo que cuenta
es observar las paredes.
Yo nací para eso,
nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.




Charles Bukowski.

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