Olvidado



¿Cuándo vi por última vez
los redondos ojos azules
y los cálidos y largos brazos
del amor, la ilusión y la vida?
Las brujas hurañas como yo,
admirables, nobilísimas,
con sus escobas y sus lágrimas,
sus coléricas lágrimas,
se fueron.
Se acabaron los sacros lamentos de las nubes,
sólo me queda un amargado don.
La heroica madre Luna se perdió en el destierro,
y con sólo veintiún años
he de sufrir la timidez del Sol.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un poema casi inventado

La Posada