Nandear


Si el Sol no te deja ciego al despertar es que no ha amanecido completamente.

A veces cuesta no mirar al cielo al salir de casa y aceptar que nadie está esperando allá arriba.
Entonces te metes las manos en los bolsillos y te dejas llevar por las diferentes vidas con las que te cruzas en cada esquina. Y aprendes a cojear a causa de la ausencia de tu propia esencia.
Como él.

Me encantaría ver la vida a través de su vaso, consumir nada y que la nada te consuma. Ojalá supiera lo que se siente al entrar en el alma de un ser tan especial como un elefante en una cacharrería, llamar la atención de las musas aun pasando desapercibido para aquellos que no ven más allá de una fachada escuálida, pero férrea.
Nadie golpea la indiferencia con tanta fuerza, aunque el cinismo universal le devuelva el golpe con patadas en la confianza, en el autoestima, en la candidez.
Y aquí sigue, deleitándonos con su forma de mover las manos mientras duda si vive, o sólo está respirando.

Porque el arte nunca llenó una ausencia tan grande, aunque la vida le sepa a poco.

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