The Memory Maker


Odio a las personas.
Odio la facilidad que tienen para crear vínculos de dependencia entre ellas. Odio que sus bocas contradigan lo que dicen sus ojos. Odio esa puta necesidad de amar y ser amadas.
Son absurdas. Algunas hasta innecesarias.
Pero lo humano que conservo me obliga a fotografiarlas. A mantener un recuerdo de su existencia, por aquello que dicen de que cada persona es única y todo momento merece ser recordado.
Aún así, las odio.
Como a las flores. Pero al menos estas se dejan retratar y no se mueven.

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