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Creo que fue en ese momento cuando mi vida comenzó a torcerse. Pasé el tiempo que duró la mudanza y algunos meses más sumergida en mi discman. Linkin Park y Korn comenzaban a tener una presencia abrumadora mientras el resto parecía estar en un discreto segundo plano, como el resto de mi vida.
Las discusiones en casa se multiplicaron, supongo que no era fácil vivir con un ser asocial (inerte quedaría un poco fuera de lugar, o no). Así que me tocó sacar pecho y desempolvar la sonrisa para empezar con buen pie en un nuevo instituto. Los odiaba a todos, completamente. No eran de los mios, mi gente, ese sitio no era el mio. El instituto puede ser una putada para cualquier adolescente, y más si es un recién llegado de la ciudad. Me asfixiaba en casa, en clase, en la calle. Hice amigos a las pocas semanas de llegar al pueblo, pero como si no lo fueran, siempre ha habido una barrera entre ellos y yo.
Gracias a Internet podía mantener el contacto con mi gente de siempre cuando no me era posible ir a la ciudad. No valía la pena estar presente en casa, ni en ninguna parte, así que encontré nuevas vías de evasión; música e internet.
Combinar ambos era realmente fantástico. Pronto llené el messenger de gente con gustos musicales parecidos, incluso me aficioné bastante a postear en un foro donde conocí a gente increíble. Pronto esa gente pasó del foro al messenger, y del messenger a mi vida.
Justo cuando me olvidaba del cosquilleo del primer beso, el estómago volvió a encogerse. Internet y la música me llevaron hasta él. Un chaval de mi edad, con gustos iguales a los mios...podría decir que era yo en otro cuerpo. Todo parecía perfecto salvo por un factor que se nos escapaba. La distancia.
Llantos, gritos, horas al teléfono, aún más al ordenador, cartas, sms...Nunca podremos decir que no pudo ser, pues lo intentamos con cada centímetro de nuestra piel. Para cuando conseguimos abrazarnos el mundo giraba más rápido que nosotros. Afortunadamente, después del amor se puede seguir subiendo.
Hoy en dia sigue conmigo, como mucha de aquella gente. Tener diecinueve años no parecía ser el fin del mundo, aunque no siempre lo que vemos es lo que hay realmente.

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