4 de Marzo



El tiempo está harto
de que no comprendamos su supremacía,
de ver como enloquece nuestra sangre
con el simple movimiento de nuestros labios,
en este laberinto de nuestros brazos
que gobierna la piel,
obligando al dolor a ser mero espectador.

Pero llueve,
aunque la lluvia no lo borra todo
siempre llueve,
y si se almacena un resto de cordura y palabras,
que sea al fondo del todo,
por las alcantarillas más profundas,
detrás de cada tarde con cervezas en un banco de piedra,
sin paraguas oscuros
ni más luz que la que dan tus ojos.

Cuando cerramos las páginas de nuestro libro,
donde siempre anoto tus milagros en mí
escribimos en rojo
sobre la miserable sombra del sueño:

Si el Sol no te deja ciego al despertar es que no ha amanecido completamente.

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