Al Final



- No tenía que haber terminado así, ¿verdad?
- No, creo que no.

Llegaron a la cima del límite, como cuando se le da la vuelta a un árbol y sus raíces quedan al descubierto, indefensas ante los antojos del viento.
Cuando lograron desembarazarse de tanta agua, ya no quedaba nada por lo que seguir andando y se sentaron el uno junto al otro. Después de todo siempre había sido así.
Qué triste coincidencia es encontrarse en otro cuerpo. Y qué irónico conocer tan bien al otro, cuando se ignora tanto de uno mismo.

Comentarios

Irónico sin duda, pero precioso a la vez...
Me encantó.

Entradas populares de este blog

Un poema casi inventado

La Posada