Inédito



Antes de que llegaras
abriendo el cielo de mi vida,
la poesía hacía cosas extrañas.
Quizá fuera la soledad, o el decoro.

Entonces con atrevimiento,
incluso osadía, apareciste
un día soleado de junio.
Seguramente llegué tarde,
pues siempre he creído que me esperabas
en alguna parte.
Pero aparecí, ajena,
chorreando el pelo y la alfombra,
hasta el sillón color azul
donde aguardabas.

Sorpresa:
esta mujer, además de intransigente,
esquiva (dicen que dicen que dicen...),
viene dispuesta a regalarse. Te.

De pronto, supongo que inocente,
sin darme tiempo a ver el paisaje
que hoy ya es nuestro,
entré en tus grandes ojos
que iban tragándose los míos.

Ni un roce de las manos hubo.
Ni bar, ni parques, ni miradas encendidas
que tan deprisa empujan a los cuerpos
a contagiarse en nada.
Solamente nacían
bajo el cielo despejado de junio
dos rostros desesperados de perderse
echando por tierra sus antiguos principios.

Ahora me da vueltas el mundo.
No hay sensación comparable
a la de cruzar la esquina
de otra soledad, otro decoro...

Comentarios

Paloma ha dicho que…
Precioso mami (L)

He vueltooo!!! xDDD

Entradas populares de este blog

Un poema casi inventado

La Posada