Yo no sé.



I
Yo no sé escribir.
Soy una ignorante.
Nunca he sabido para qué sirve escribir
y soy una ignorante.
No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva.
Va y viene entre la gente, respirando y existiendo.
Voy y vengo entre la gente y represento el papel que ellos decidan;
madre, poetisa, fotógrafa, alcohólica.

Ellos si que son ignorantes.
Ignoran que en verdad soy sólo una niña.
Una mota de polvo llevada y traída a la tierra por el peso de sus parpadeos.
Una niña olvidada por su padre.
Ignoran que ríe con todo su corazón, pero jamás con los ojos.
Mis ojos piensan, hablan y andan por su cuenta.
Pero yo represento seriamente mi papel y les digo:
"Buenos días, cabrones desagradecidos, mi mundo está a vuestras órdenes. La temperatura exacta de mis océanos es de 2 grados, ¿está a vuestro gusto?"
Una niña que ignora totalmente el arte de escribir.
Vuelve a dormirse.

II
Soy una ignorante, vengo de la orilla del mar,
del sueño, al sueño. De la verdad, al vacío.
Una ignorante apenas, ignorante de ser ignorante, despertando inocente.
Yo no sé escribir, tampoco se de ciencias.
¿Y quién no sepa de ciencias, no puede saber nada?
No señor, las flores, los animales, la biología humana no me lo perdonaría.

Voy de alucinación en alucinación arrastrada por los antojos del tiempo.
Asomada a un espejo al que no puedo estrecharle la mano.
Estoy muerta en este balcón desde hace casi cinco minutos.
Nunca comprendo nada y ahora comprendo menos que nunca.
Pero tengo la arena del mar para escribir el sueño con los dedos.
Y soy tan sólo una niña ignorante durmiéndose en la arena.

III
La más feliz de los infelices.
La que lleva puesta la careta y nadie lo ve.
La que llora y la gente oye llover.
Me encojo de hombros e intento hablar con los delfines sobre este asunto.
Contestan que se limitan nadar, mantenerse es la clave,
que los dejen vivir en el fondo del mar,
en los bosques de algas y anémonas
Me resigno y sigo garabateando en la arena,
Como una niña ignorante que hace lo que le dicta el viento.

IV
Bajo la costa atlántica.
A todo lo largo de la costa atlántica escribo con el dedo índice:
Yo no sé.

Llega el sueño del mar, la niña que duerme garabateando en la arena,
cree escuchar entre espuma y sal:
"¿Qué vigilas cuando todos duermen y no estás oyendo?
Tu corazón ya no se abre. Las interminables vigilias de la memoria.
Oye lo que canta la profunda medianoche:
Reflexiona y tírate en el río.
De la mano de tus manos, tírate en el río.
Nada como un amigo para ser destruido.
Prepárate no existir. Invoca al mar. Mírame partir.
Yo soy tu amigo."
¡No!
Si yo soy tan sólo una niña ignorante.
Una a quien han disfrazado de persona pura.
Una que ha crecido de golpe y a espaldas de su madre.
Pero nada comprendo ni sé, me muevo y hablo
porque los otros vienen a buscarme.
Sólo quiero escribir en la arena verdades que el mar borre,
para que nadie lea, y los peces prosigan inocentes.
Y los niños corran por las playas sin conocer el nombre que me en mi muere.

V
«Qué soy después de todo sino una niña,
Complacida solo con el sonido de tu nombre,
Repitiéndolo sin cesar,
Apartándome de los otros para oírlo,
Sin que me canse nunca?».

Escribo en la arena la palabra horizonte
Yo no puedo seguirlo, el sueño me detiene.
Buscando el camino tormentoso de mi corazón.
El horizonte guarda los amigos perdidos, las naves naufragadas,
Las puertas de ciudades que existieron cuando no existía yo.

Yo no comprendo nada, soy una ignorante.
Pero lo dejo irse temblando por el camino de los brazos,
sangre dentro, poco más.

Esta mano que tiembla me pertenece.
Este trozo de arena y mar,
son mis ojos quienes la hacen bella y luminosa.
Alguna vez escribieron mi nombre en la espalda de un árbol
¿Quién es era ella?
Ella conoce la destreza de amor.
Dentro de mí, parece que sí. Ella vive por mí.
A veces comprendo que su cuerpo es el mío.
También ella soy yo, también se extiende,
¿es ella quien vigila cuando todos duermen?

La vida no es sino una sombra,
Un pobre borracho que se pavonea y malgasta su vida bebiendo
y al que luego no se le escucha más.
la vida es un cuento narrado por un idiota, un cuento lleno de sonido y de furia,
Significando nada.

Quizá mañana lo sepa todo por fin.
Volveré a dormirme.

VI
Estoy soñando en la arena las palabras que garabateo con el dedo índice:
Amplísimo.amor.de.alma.identica.ahogada.por.el.canto.de.una.falsa.sirena.
Debería tener tiempo para ver eso
pues yo soy quien sueña solamente.

«No. Yo no sueño la vida,
Es la vida la que sueña a mí,
y si el sueño me olvida,
he de olvidarme de que viví».

VII
Andas caminando de vuelta a casa a las seis de la mañana.
¿Querría usted dejar de hacer tanto ruido?
Ella se encuentra cansada de existir.
Usted no sabe escucharla, ella solloza y gime.
Usted cree que escucha las campanas y es ella quien gime.
No escriba. No exista. No piense.
Ame usted si lo desea, ¿a quién le importa nada?
No es ella a quien usted ama, compréndalo. Ella lo sabe
Piense en las estrellas e invéntese algunas constelaciones.
Hable de todo cuanto quiera pero no diga su nombre verdadero.
Niéguese a amarla. Desista.

VIII
Yo no sé mentir.
Mentiroso es aquel que sólo dice su verdad.
Quien no puede desmentirse ni ser otra cosa es ignorante.
Yo soy una niña que recibe por sus ojos la verdad de su ignorancia.
La que navega tropezando con las mareas del cuerpo humano,
la que va y viene bajo el peso agobiante de su pequeño corazón.
Quien suplica un poco más de tiempo para olvidarse.


IX
Echemos algunas gotas de horror sobre la dulzura del mundo.
Mira tu corazón frente a frente, que la desesperación no engañe.
Piensa en su belleza,
piensa en qué pasaría si no hubiera que beber.
Aún los seres más bellos conducen un fantasma.
Ellos son los que no saben temblar
y adelantándose al proscenio dicen:
Yo sé.

Dejemos tranquila a la niña
que garabatea insensatamente palabras en la arena.
Y no sabe si sabe o si no sabe.
Y porque sabe que el amor es también el horror y el vacío del mundo.
Y la plenitud cristalina del universo.
Y porque el amor está erguido en su cuerpo, humillado por la distancia.
Dejadla tranquila para siempre.

Y la niña de la arena contesta: ¡Gracias!
Y una voz le responde:

Seas Isa,
seas Nando,
seas Sergio,
seas Laura,
seas Noelia,
seas lo presente,
seas lo por venir,
todo es vuestro.

Vuelve a dormirte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un poema casi inventado

La Posada