Que me espere el mar.



El fin del aire
y el fin del mundo
son cercanos, casi familiares.
Pero mientras el fin del mundo
está sentado en el bordillo de la acera,
el fin del aire salta
desde un sentimiento no muy lejano
hasta una caja vacía
que me sobra en este cuarto.

Un último día,
un fuego helado,
un vasto espacio,
un camino que conduce a un lejano fin,
una luz que baña al viento que te corona
creando entre las sombras tu contrario.
Un día sin botellas,
sin música
y sin preguntar por ti.
Juegas tu vida, sientes otra luz,
sin memoria que te humille.
Todo se ha terminado.

Tan desprendida.
Tan cansada.
Quiero caminar,
mas anémicos están los caminos.
Canciones para quien las quiera.
Sombras, diluvio.
Dicha lejana.
Ir muriendo
hacia el profundo azul liberador del mar.

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