Litros de voluntad



Y aparece esa sensación, ya sabéis a qué me refiero.
El sudor frío, que no refresca ni la voluntad. El temblor de las manos se dispara, joder, ¡no saben estarse quietas!
Ese puto ruido...como si lloviera en tus oídos, el estómago intenta abrirse paso a golpes por la garganta.
Es horrible.
Si de verdad alguien te entendiese, si de verdad hubiese alguien que se atreviera a quererte, te diría "¡Oh si! Toma, ¡bebe!" y te ayudaría a empujar litros y litros de alcohol por la garganta.
Si de verdad supieran lo horrible que es intentar dejarlo, no te obligarían a hacerlo.
Entonces llega el día en el que no sabes ni siquiera en que ciudad estas, en el que dudas si todas esas botellas vacías son tuyas, en el que piensas si realmente te has follado a ese que duerme a tu lado. Y no te recuerdas.
Es en ese momento cuando te das cuenta, y piensas "tía...así no". Pero si, siempre es así.
Es una forma de vida, no de estar vivo.

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