"Julita y el pomo esconchabado"




"Cada vez que teníamos el pomo esconchabado íbamos a casa de Julita. Vivía por la calle Pedro Infininito, en Schamann,en un barrio cuyas calles recuerdan las páginas de Galdós como la calle Doña Perfecta , donde he pasado años felices con mis tíos Carmen y Mola. Había que ir casi de madrugada a casa de Julita, en ayunas, para arreglarse el vientre. Según llegabas encontrabas una escalera con los peldaños sin vestir. Según subías empezabas a escuchar el canto de los canarios en las jaulas del patio lleno de helechos y de macetas tranquilas. Al llegar al descansillo, te sentabas en un banco de madera fría.Esperabas a que saliera Julita.Ella estaba para adentro.Al momento aparecía imponente y con una sonrisa de oreja a oreja.Pasa,pasa,mi niño.Espérame que yo vengo enseguida.Aparecía con una botellita con aceite de oliva.Te hacía levantar las rodillas y te hablaba con el cariño de una madre.¿Te has llevado algún susto?,decía.Y empezaba a darte un masaje más arriba del ombligo hasta que el pomo, que estaba huido debajo de las costillas, volviera al centro donde se encuentra su morada natural,en el plexo solar de las emociones. Nadie sabía bien lo que era el pomo esconchabado,en los hombres, ni la madre descompuesta,en las mujeres.El pomo no es un órgano aunque se puede tocar y se sabe que existe;cuando se descompone el pomo dicen que se forma como un peso que se acumula en la boca del estómago con muchos sustos superpuestos,y esa es una clara señal de que el pomo está trastocado. Julita decía que el pomo no te deja comer y que los sueños son confusos y malos debido a los sobresaltos de la vida. Mientras escuchabas la voz de la curandera todos los males desaparecían para ir a parar a lo más profundo del mar,donde no pudieran hacer daño a ninguna criatura viviente,según una letanía que pronunciaba Julita como un murmuratio monacal que jamás tenía fin."



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