Sueño nº5



Se repite
la misma casa fantasma,
los mismos espíritus tristes.

Pero ésta vez
ellos también estaban allí.

El amor de mi vida.
El que pudo serlo
y es hermano,
y el que pudo serlo
y es lejano.

Enfermos de soledad,
de creerse muertos
fueron atrapados
en esas paredes
por quienes les creyeron iguales.

Yo estuve allí.
Lloré.
Grité sus nombres.
Conjuré.
Negocié con los muertos.

Y todo fue azul.

A lo lejos,
él.
Mi corazón volvía
al calor de mi vida.

Pero el resto
no volvía
y el azul
no se iba.

Así que yo
me volví azul.

Encontré lo lejano
en la lejanía.
Tan perturbado
que no me reconocía,
hasta que unas palabras
de cariño,
de cariño del nuestro,
le hicieron huír de allí.

Mi hermano estaba solo,
solo como nunca.
Tampoco reconoció mi cara,
me pedía paz,
desidia,
abandono.

Entonces le recordé
que
"a veces no puedes hacerlo solo"
y lloró.

Salimos de allí,
los cuatro.
Vivos.
El azul se fue,
y el fuego borró aquella casa.





que necesidad más tonta de veros ahora mismo



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