Ha llegado este tiempo cuando ya no hace daño la vida que se pierde, cuando ya la lujuria es tan sólo una lámpara inútil, y la envidia se olvida. Es un tiempo de pérdidas prudentes, necesarias, y no es un tiempo de llegar sino de irse. El amor, ahora, por fin coincide con la inteligencia. No estaba lejos, no era difícil. Es un tiempo que no me deja más que el horizonte como medida de la soledad. Un tiempo de tristeza protectora. Joan Margarit.