Los doce de negro



Deberían haber avisado.

El primero de ellos llegó entre gritos
seguido por el segundo, lleno
de resentimiento creciente.

El tercero, el cuarto, el quinto
fueron los encargados
de engendrar la rabia
que el sexto escondía
con la maestría aprendida
del séptimo y el octavo.

Con el noveno llegaron las lanzas.
El décimo las lanzó con fuerza.
El undécimo desangró mis entrañas.
El duodécimo se compadece de mis restos.

Deberían haber avisado.
Los soldados deberían haber avisado.






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