Qué gilipollez.
Qué gilipollez salir
por una ciudad de mierda
a rebuscar mis confidencias entre putas,
poetas de cartones y esquinas,
cabecitas totalitarias y cerradas,
solitarios que se vendieron al diálogo
salvo algunas soledades de domingo por la tarde en el bar,
o alguna etapa antes de que ella volviese.
Qué gilipollez creer
que siempre se puede ir más allá,
que no hay límite cuando se quiere compartir.
Casi parecía cierto, con toda esa parafernalia
de chorradas sobre el respeto y el conocerse
a base de trabajo y constancia.
Ser curioso sin ser cotilla
y ser perseverante sin ser terco.
Qué gilipollez la distancia
cuando largarse es más fácil que creer.
Creer simplemente.
Qué gilipollez.
Comentarios
Besazos mil!!!