Ocurrió en una mañana como la de hoy. Abrió los ojos con el cuerpo del revés. Otra vez. Y el peso sobre el pecho fue tal que se decidió a hacerlo. Se situó frente al espejo y palpó. Palpó bajo el pecho hasta encontrar el punto, el origen de todo lo que no es capaz de controlar, de todo lo que estorba, lo que escuece, lo que duele, y con el mismo lápiz con el que solía dejarse fluir se apuñaló y hurgó en su interior hasta que lo encontró. Y el agua salió por todas partes. Salió por los ojos, la nariz, la boca y por el pecho a borbotones. Agua salada con olor a océano inmenso, a niña abandonada, a asfalto en verano, a pueblos odiados, a huida hacia adelante, a mente enferma, a naranjo y olivo, a pescado podrido, a resignación injusta, a pena de uno mismo. 'El agua estancada se pudre'. 'El agua estancada se pudre'. 'El agua estancada se pudre'. Y se secó. Se secó todo. ...