Un día seré
Un día seré mayor, anciana, venerable. Seré vieja de verdad, con arrugas por todas partes y piel manchada. Si el tiempo me deja, seguiré siendo alta y de huesos grandes y fuertes con los labios apretados, la nariz invisible. La herencia me habrá concedido una preciosa melena blanca, nívea, que cepillaré cada mañana con todo el esmero que me permitan mis manos, aún más inestables que en mi juventud. La herencia también me habrá concedido el don de la depresión y del alcoholismo que sobrellevaré ejercitando mis piernas por el campo. Mi estómago no me permitirá el picante ni mis ojos leer la ingente cantidad de libros que vivirán en mi casa. Seré abuela sin ser madre, alimentada del amor con el que tres perros mitológicos me obsequien cada día. Un día habré enterrado a mi madre, a mis hermanos, y sobreviviré a ello. Sobreviviré a todos los peces muertos, a todas aquellas olas que destrozaron mis orillas. Sobreviviré a los océanos, a las mareas, al pasar de los d