Gracias a ti por reconocer hasta el último de mis temblores, por refrescarme el alma cuando el calor de Sevilla aprieta y cobijarme bajo tus párpados cuando la lluvia engaña. Gracias, amor, porque por fin viniste, por la ilusión que trajiste, por la tensión, el ansia, el vértigo. Y gracias también porque pusiste en mi boca una sonrisa con aquel beso color tus labios, color pez, color febrero.